¿Cómo no refugiarme escarbando
con dedos de marinero ebrio
el arroz dulce de tus nalgas tus muslos
agua tibia
a medida que subor por sus cuestas?
¿Cómo no anidar mis labios en la turgencia de tus aureolas
rosadas y serenas?
¿Cómo no rendir mi lengua a la herida de fémina encelada?
¿Cómo no sonreírte con mi boca de fiera chorreando
el sangriento souvenir de tus entrañas?
¿Cómo no someterme a todos los olores de ...
de todos tus rincones luminosos y oscuros?
¿Cómo no reclamarte para enarbolar
violento y sudoroso
el estandarte de mi espasmo?
¿Cómo no hacerte mía
ser tuyo
enancarme en tu cuerpo
devorarte
morir un poco en vos?
Si tengo toda esta tierna esplendorosa frágil
femenina humanidad par mí solo
y un vaso de güisqui ordinario
con hielo
y una vieja toalla deshilachada
y el condón...
por sólo cien pesitos la hora.
6 comentarios:
Excelente amigo este poema y todo el blog, un abrazo Gus.
Indómita y femenina selva la piel que convoca a las fieras que vestidos parecemos humanos, pero, inmersos en la jungla del espasmo y los quejidos, el sexo nos convierte en lo salvaje, lo prohibido, lo caliente y lo sangriento.
Muy bien logrado mi querido Osorio, y qué cierto, qué más se puede pedir por cien pesitos? sexo para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.
muito lindo isso!
Excelso!!! Te lo aplaudo.
Un placer leerte. Saludos.
Te aplaudo te aplaudo...
Un placer poder leerte y disfrutarte.
cariños.
Lore Cynthia.
Muy bueno, Ignacio. Brindo con un vaso de güisqui.
Felicitaciones por el blog. Ya puse el link al mío.
Un abrazo.
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